lunes, 15 de marzo de 2021

Wargames: Kings of War. Crónica de un ejército (3)

 

WARGAMES: Kings of War. Crónica de un ejército (3).


Dando color a la vida.


Bienvenidos una semana más a esta locura en la que me he metido yo solito. Ay. Sí, ha sido una semana complicada. La buena noticia es que he sido capaz de resolver problemas pendientes y de escoger un esquema de colores que me permita empezar a pintar. La mala noticia es que no he pintado lo que me habría gustado poder enseñaros hoy. Pero vamos por partes.

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¡Ya tenemos peanas de caballería!

Uno de los problemas que tenía era la carencia de peanas de caballería y de infantería grande. Si bien todavía no las he conseguido, sí encontré la forma de crear las primeras. Simplemente utilicé de nuevo peanas con adoquines de la marca Strongholdn, pero en esta ocasión eché mano de un blister con diez peanas de 25x25 que compré durante mi última visita a Goblin Trader Valencia, en previsión por si no conseguía peanas de caballería. Simplemente tuve que juntar dos y, con los restos que obtuve la semana pasada descuartizando peanas redondas, la decoré de manera que tuviese más aspecto de ruinas y que quedase tapada la junta de las dos peanas. ¡Ya tenía peanas de caballería! Hice dos y preparé para esta semana dos caballeros de la unida de paladines caballeros y cinco lanceros de la de hombres de arma con lanza. A fin de cuentas, y dado que son miniaturas del mismo juego y del mismo ejército (los caballeros de Runewars), las miniaturas son muy parecidas. La diferencia, además del caballo, es que los jinetes llevan capas y adornan sus yelmos con penachos. Contaba además con la ventaja de que estas miniaturas (tanto unas como otras) las preparé hace tiempo, cuando las compré. Los caballeros, por cierto, los conversioné para reemplazar las espadas que llevaban por martillos de guerra. Siempre me gustaron los Caballeros del Lobo Blanco.

Una vez tuve preparadas las peanas, pegué las miniaturas y lo imprimé todo. Después saqué también uno de los caballeros-ogros que conversioné la semana pasada. No, no pensaba pintarlo todo al mismo tiempo. Mi plan era hacer pruebas de color, porque aún no había decidido qué color usaría.

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¡A pintar!



Básicamente pasé gran parte de la semana haciendo pruebas de color. Como ya os dije en una entrega anterior, no soy buen pintor de miniaturas. De hecho hace menos de un año que pinto. Pinté hace tiempo, puede que doce o quince años, y pinté mal, pero lo dejé y, desde entonces, no lo hacía. No me gustaba. Sin embargo el pasado 2020, a raíz del confinamiento, empecé a pintar mis enanos libres. ¿El motivo? Bueno, me encontré confinado en casa, como todos los demás, y, de pronto, tenía mucho tiempo libre, pues los primeros meses estuve sin trabajar, hasta que, después de verano, empecé a trabajar desde casa. El tema, en resumidas cuentas, es que había mucho tiempo libre que llenar, y el no poder salir de casa (con el añadido de que vivo solo) no facilitaba las cosas. Así que me puse a pintar. Desde entonces he pintado unos tres mil puntos de enanos libres, y lo he hecho como buenamente he podido. Todo esto es para que podáis entender por qué algo a priori tan sencillo como elegir el esquema de colores, me resultaba complicado. Así que me puse a experimentar y a repintar, descartando aquello que no me convencía. Probé primero a usar contrast para pintar las armaduras, pero no me gustó el resultado y asumí que, con mis limitadas habilidades, lo mejor era usar pinturas metálicas y dejarme de inventos. Al final encontré una combinación aceptable, que consistía en una base gris oscuro (descubrí que la base gris claro no ayudaba a la hora de pintar con metales), una capa de gris metalizado (tipo plata) y luego contrast negra y amarilla para darle a la armadura un poco de color. Quedaba bien. El amarillo, de hecho, quedaba como oro viejo sobre el gris metalizado. Pese a que se me echó el tiempo encima y no logré terminar las miniaturas, sabía que las siguientes tandas serían mucho más sencillas, pues ya tenía claros los colores e incluso el proceso de pintado. Estoy razonablemente seguro de que para la próxima semana puedo terminar las miniaturas que han quedado sin acabar esta semana y, además, hacer otras tantas desde cero. O quizás no. ¿Qué es la vida sin un poco de intriga?


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Arriba, pruebas de color. Abajo, algo más parecido al que será el resultado final.


El fin de semana tuve un contratiempo que me hizo maldecir a las contrast: tiré un bote sin querer y perdí como dos euros de ese líquido que se cotiza como sangre de unicornio. Todo acabó amarillo. Menos mal que tengo la mesa cubierta por papel de periódico...

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SPLASSSH!

¡Seguimos!

Esta semana me llegó desde Inglaterra un pequeño pedido que hice a Games Workshop, Sé que hay mucha gente a la que no le gustan las miniaturas de los Stormcast Eternals, pero la verdad es que a mí me encantan. Excepto los cascos, que me parecen horribles. El caso es que pedí una cajita con tres de estas miniaturas y con un semigrifo, otra miniatura que me parece muy chula. Añadí una promoción de Empieza aquí con Age of Sigmar, pues me gustó la miniatura que incluía y eran solo 6´5 € y, por supuesto, el motivo original por el que hice el pedido: un bote de nuln oil y otro de contast blanco, tan difíciles de conseguir en Goblin Trader Valencia.

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¡Más moñecos!


Pues eso: que nunca se tienen demasiadas miniaturas. Mi idea, además, es utilizar alguna de estas miniaturas para el personaje que irá junto al grifo. Es una buena excusa para crear una conversión (cosa que me encanta) y, además, me parece coherente que el general del ejército sea parte del cuerpo de caballeros de élite (sí, los ogros-caballeros).

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¡Qué porte, que fuerza, qué potencia, qué bien pintados! (Sight).


No, no ha sido una semana muy fructífera. Por tanto he replanteado mi idea de cómo enfocar este proyecto para que resulte más interesante. Por tanto para la próxima semana me centraré en el trasfondo de mi ejército. Siempre me ha gustado desarrollar mi propio trasfondo, y un ejército en construcción es la excusa perfecta para ello. Así, además, tendré tiempo para pintar más antes de enseñaros los resultados.

¡No faltéis a la cita!¡No faltéis a la cita!

lunes, 8 de marzo de 2021

Wargames: Kings of War. Crónica de un ejército (2)

 

WARGAMES: Kings of War. Crónica de un ejército (2).

Tal y como dije al final de la entrada anterior, mi objetivo para esta semana era montar dos o tres unidades. Pero, ya se sabe, la vida tiene sus propios planes. Así que, al final, la cosa ha ido por otro lado.


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¡La marea gris ataca de nuevo!

La marea gris.

Lo primero que hice fue buscar entre todos los cajones y cajas que uso para guardar miniaturas. Aparté personajes de diversas marcas que podían servirme para los tres personajes a pie de mi lista y me decanté por un hechicero de Runewars y por la vieja hechicera de Bretonia (conversionada) para los magos de guerra.

Saqué también cuatro matrices de sequitors, todas ellas obtenidas mediante ejemplares de la primera entrega del Mortal Realms (¡aún me quedan otras cinco!) y aparté una veintena de hombres de armas con lanza de Runewars. Tras meditarlo un momento decidí que las tropas de infantería estarían compuestas tan solo por soldados, mientras que la caballería contaría con grupo de mando, así que aparté diez caballeros, grupo de mando incluido. Quería lucir un llamativo estandarte en mi ejército de caballeros, y, dado que no incluyo ningún portaestandarte entre mis personajes, pensé que la mejor unidad para ello era la de los caballeros paladines.

A continuación busqué también el grifo de Wizkids, para el paladín en dragón, y le quité la peana escénica que incluye la miniatura, pues lo quería en alto, encima de algunas rocas. Os comenté en la entrada anterior que dudaba en qué criatura usar para este personaje, pero al final me decidí por el grifo. ¿El motivo? Dos: que es la más sencilla de pintar de las tres opciones con las que contaba (no soy buen pintor de miniaturas) y que me gustaba la idea de un paladín en grifo, estilo World of Warcraft. Preparé la peana, anclé el grifo y le di una mano de imprimación. Decidí dejar el personaje para más adelante.


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¿Y dónde compro yo ahora alpiste para este bicho?

Finalmente rescaté unas miniaturas de mujeres aladas que durante muchos años fueron parte de mis elfos, como jinetes de halcón o águilas gigantes en Warhammer Fantasy y como jinetes de dracos en Kings of War. Había algunas que serían perfectas como elohis, por lo que era una buena ocasión para volver a dar uso a esas figuras. Eso sí, habría que quitarles la pintura y, posteriormente, volver a darles vida. Dudaba si usarlas o no, pero, por el momento, las dejé a mano. Nunca se sabe.

En general ya lo tenía todo, a falta de las panteras que, como dije, representaré con lobos. Lo cierto es que tenía unos apalabrados desde hace unos meses, pero la situación sanitaria me ha impedido hacerme con ellos. Habrá que esperar. Tampoco era un problema, porque tenía marea gris más que suficiente para entretenerme durante bastantes semanas.

Llegados a este punto, la primera decisión que tenía que tomar sobre el ejército era cómo montarlo. ¿Bases escenográficas con las miniaturas pegadas o peanas individuales unidas a una bandeja de movimiento magnetizada? Los enanos los había montado prácticamente todos con bases escenográficas, e incluso había rebaseado mis viejos elfos silvanos de Warhammer Fantasy al mismo estilo. Sin embargo llevaba un tiempo dándole vueltas a probar la otra opción, pues creo que ganaría mucha flexibilidad a la hora de montar unidades. Así que esta era una buena ocasión para cambiar de sistema, a ver qué tal me funcionaba. ¡Ya podía empezar a montar la primera unidad!


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¿Quién dijo que un elohi no podía ser sexy?

Tenía que decidir también qué esquema de colores utilizaría. Quería usar un amarillo, pero dudaba con qué combinarlo. Me gustaba mucho la idea de gris oscuro y amarillo, pero no tenía claro que fuese la mejor opción para un ejército como Basilea. Quizás blanco y amarillo. O, por otra parte, podía darle un aspecto más colorido y combinar ese amarillo con azul o naranja. De nuevo opté por dejar la decisión para otro momento.


Incursión relámpago.


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¡Todo por menos de seis euros!

Pues no, no podía ponerme a montar unidades esta semana. Resulta que, aunque peanas de 20x20 (infantería) tenía por docenas, me encontré con que no me quedaba ni una sola de 25x50 (caballería) y muy pocas de 40x40 (infantería grande). A la hora de montar una lista en la que siete de mis nueve unidades son caballería e infantería grande, era un serio problema. Pero nada que no pudiesen resolver los chicos de Goblin Trader Valencia, así que decidí realizar una visita a la tienda antes de empezar a montar nada. Aproveché entonces para revisar el material de que disponía, pues así podría comprar lo que me faltase.

Decidí que haría bandejas de madera artesanales, con bases y bordes de madera. Con textura y pintado podía quedar francamente bien. Tenía bases para todo lo que necesitaba, así como tanta cola blanca y serrín como pudiese necesitar, las tres cosas cortesía del taller de carpintería de mi padre. Tenía imanes para las peanas individuales, planchas de imán para poner en la parte inferior de las bandejas de movimiento y planchas de goma metalizada para la parte superior. Pero andaba muy corto de pegamento y de los palitos que pensaba usar para los bordes. Nada que no pudiese encontrar en cualquier Tedi. Además necesitaría unas tenacillas nuevas, pues hacía pocos días que se me habían roto las viejas. Ha sido más de una década de servicio, no puedo quejarme. Finalmente necesitaría una contrast adecuada para el gris oscuro de mi ejército, y una blanca, a falta de decidir qué color usar. Amarillo, azul y naranja ya tenía.

Con la lista de la compra preparada, lancé la incursión.


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Peanas con adoquines de Strongholdn.

La visita a Goblin Trader Valencia no fue todo lo bien que esperaba, ya que no tenían peanas de ninguno de los dos tipos que necesitaba, ni tampoco contrast blanca ni nuln oil, otras dos cosas en mi lista. Sí que me llevé una gris oscuro (basilicanum grey) y un bote de pintura blanca normal, que no me quedaba. Cargué las tenazas y eché varias miniaturas que, en fin, usaría o no, pero ya sabéis. Entre mis adquisiciones había dos miniaturas de Reaper que me irían perfectas, una como elohi y la otra como sacerdote. Añadí unas peanas con adoquines de la marca Strongholdn, pues decidí que quería quelas peanas de mi ejército simulasen las ruinas de un templo sagrado.

La visita al Tedi resultó más provechosa: pegamento, pinceles para cola, imprimación y pincel seco, palitos para las bandejas y un paquete con varios cutter por un euro. También me llevé un metro de pulgadas que encontré a solo un euro. Nunca se sabe cuándo vas a necesitar uno.

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¡Más moñecos!


Con el botín regresé a casa. Era el momento de ensuciarse las manos.


¿Más trabajo?

Mucho me había apresurado a decidir que quería que las peanas escénicas representasen un templo derruido. Sí, las que compré en Goblin Trader Valencia me hacían buen papel, pero carecían de ruinas y solo me servían para dos de las unidades. Había estado buscando, pero no encontré nada que me sirviese para la idea que tenía en mente. ¿Qué podía hacer para las demás unidades?

Me fijé entonces en la peana redonda que traía el elohi de Reaper, una peana demasiado grande para serme útil, pero con varios elementos que, precisamente, representaban ruinas de templos. Se me ocurrió cortarla y conseguí así ruinas para algunas peanas grandes. Miré entonces a los que estaban destinados a ser mis ogros, y comprobé que sus peanas también me podían servir de la misma forma. Así que me puse manos a la obra y, usando las pocas peanas de infantería grande que me quedaban, fabriqué peanas escénicas con esas ruinas, cola blanca y serrín. El resultado me pareció perfecto para lo que tenía en mente.


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¡Aquí se aprovecha todo!

¡Un problema menos! Ahora solo tenía que conseguir peanas lisas y montar el decorado encima. Sin embargo, y a causa de mi escasez de penas, resolví limitarme a montar las bases de movimiento. Usé bases de madera de la carpintería, puse goma metalizada en un lado e imán en el otro, hice los bordes con palitos y, cuando secó la cola, encolé bien las juntas y tapé los defectos que pudiesen quedar, sobre todo en las esquinas. Después una capa de cola por todo el borde, serrín, otra capa de cola diluida en agua y a secar. La etapa final fue el pintado, que consta de cinco manos, nada menos: capa base de gris cielo seguida por otra de gris neutral (ambas de Model Color), un lavado negro casero (pintura negra diluída en agua) y de nuevo gris neutral y gris cielo, esta vez en orden inverso y mediante pincel seco. El resultado podéis verlo en las imágenes adjuntas: un estilo piedra, el mismo que pretendía dar a la mayor parte de las peanas escénicas.

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Aunque no se vea en las fotos, hice nueve bases de movimiento. ¡Eso supuso un montón de trabajo!

Con las bases de movimiento terminadas y los personajes montados e imprimados, me di cuenta de que, pese a todo el trabajo realizado, apenas parecía haber progresado, pues solo había cambiado los cartones por bases de movimiento. Se me ocurrió entonces montar una miniatura de cada unidad para que esas bases no quedasen vacías. Además, si tenía ocasión de jugar alguna partida, tendría qué usar para ello. No es lo ideal, pero menos aún lo es una base de movimiento vacía.

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Ya iba siendo hora de añadir algunas miniaturas, ¿verdad?

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Bueno, bonito y barato: caballeros de élite low-cost como ogros de Basilea.

Así pues me puse a ello. Los lanceros y el caballero ya los tenía montados, así que monté los elohis (usé la que había comprado y otra figura de Wizkids que tenía en casa) y usé panteras para las panteras, a falta de disponer de los lobos. Finalmente monté los ogros, que serían caballeros de élite, para los que usé cabezas de bretonia en lugar de las suyas. El resultado me pareció fantástico.

Ahora sí que la foto de la semana parecía otra cosa. Había sido una semana un poco loca, más de organizar que otra cosa, pero era algo que había que hacer.


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Mejor que los cartones, ¿eh?



¿Y ahora qué?

Pues ahora, de cara a los objetivos de la próxima semana, tenía un problema. No podía montar el ejército, ya que no tenía peanas. Tampoco podía pintar, pues me faltaba la contrast blanca y el nuln oil. Así que parece que tendré que improvisar, o ser creativo, o... ¡A ver qué se me ocurre!

Nos vemos el próximo lunes. Deseadme suerte, porque parece que la voy a necesitar...


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¡Foto final! Pues sí que ha cundido la semana...


lunes, 1 de marzo de 2021

Wargames: Kings of War. Crónica de un ejército (1)

 WARGAMES: Kings of War. Crónica de un ejército (1).

Una breve introducción.

Mi historia con los wargames es larga. Empezó cuando era solo un crío, a mitad de los noventa, durante mis últimos años en la difunta EGB. Fue por culpa de mi primo. Me dio a conocer el mundo de Warhammer Fantasy, y, desde entonces, nunca he dejado los wargames. Sí, es cierto, he tenido temporadas más activas que otras, pero el caso es que siempre he jugado a uno o varios de ellos. Unos diez años después de aquellos inicios, fundé un grupo de juego de Warhammer Fantasy. Se llamaba La Torre Plateada, íbamos a torneos allá donde podíamos, y puedo decir con orgullo que, en los aproximadamente cinco años de vida del equipo, llegamos a superar el centenar de premios.

Entonces, en un movimiento inesperado, en el año 2015 Games Workshop eliminó Warhammer Fantasy. Si bien era cierto que yo había dejado de jugar con la salida de la última edición del juego, eso no evitó que sintiese pena por la desaparición de un juego que, a fin de cuentas, me había acompañado durante veinte de mis entonces treinta y tres años. Es mucho tiempo.

Durante los años siguientes probé diferentes wargames, sobre todo de bandas, pero ninguno me llenaba. Lo que yo quería era uno que me permitiese jugar con ejércitos completos, un juego repleto de estrategia y regimientos llenos de miniaturas. Lo que yo quería era otro Warhammer Fantasy. 


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Alessio Cavatore, rohirrim y hacedor de wargames.

      Entonces descubrí Kings of War, y vi que era justo lo que había estado buscando. No era de extrañar, pues el creador de este wargame era el mismísimo Alessio Cavatore, No solo fue uno de los responsables de wargames como Mordheim o El juego de batalla de estrategia de El Señor de los Anillos, ¡sino que durante años fue una de las figuras clave detrás del propio Warhammer Fantasy! Curiosidad: tiene un cameo en El Retorno del Rey (la tercera película de El Señor de los Anillos) como uno de los rohirrim de la Batalla de los campos de Pelennor.

Si bien es cierto que durante el último año resulta complicado jugar (llevo tres partidas jugadas en doce meses), hasta antes de la pandemia me mostré bastante activo en la comunidad de Valencia de Kings of War, jugando con Basilea primero y con enanos y enanos libres después. ¡Incluso gané el premio a Mejor General en el I Torneo de equipos de Valencia, celebrado en noviembre del 2019! (Puedes leer la crónica del mismo aquí).

Y con esto llegamos al final de esta introducción. Precisamente a causa de que, debido a la pandemia, apenas puedo jugar, he optado por crear un ejército desde cero y mostrar su evolución en este blog durante los próximos meses: creación de la lista, montaje, pintado, trasfondo y, con suerte, algún informe de batalla. Puesto que desde mitad del 2019 he jugado principalmente con las dos listas de enanos, y que cuento con bastantes miniaturas pintadas como para desplegar dos ejércitos completos sin problemas, he decidido que retomaría Basilea para este proyecto. ¿Empezamos?


SEMANA 0. ¡EMPEZAMOS!

Lo primero, naturalmente, era crear la lista y decidir qué figuras usaría para cada cosa. Puesto que cuento con bastantes miniaturas por casa, mi intención era echar mano de ellas y comprar lo menos posible. Vamos a ver el resultado.


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Silver dragon de Wizkids.


Decidí que quería un paladín en dragón. Sí, son muchos puntos, pero... ¡pero es un paladín en dragón! Por estética, por jugabilidad y por lo chulo que es jugar algo así, entraría en la lista. Al buscar entre mis miniaturas, encontré tres opciones interesantes para la montura: el silver dragon de wizkids, el grifo de la misma marca y una conversión que consiste en el león de Gneus Sallustis, de Mantic, con las alas de uno de los viejos pegasos de Bretonia, de Games Worksop. Para el paladín, también dudaba. ¿Montado o a pie, junto al monstruo? ¿Y qué miniatura? Decisiones, decisiones.

Basilea destaca por dos cosas: por las unidades de caballeros y hombres de armas y por el uso de la Luz, muy en la línea de los paladines de World of Warcraft. Así que opté por incluír un regimiento de caballería, dos tropas de hombres de armas con lanzas y dos regimientos de elohis, poderosos guerreros sagrados con alas angelicales. Para la caballería y los hombres de armas contaba con una caja llena de miniaturas de Runewars que me servirían perfectamente, pero no tenía muy claro qué usar para los elohis. En cualquier caso, ya me preocuparé de eso más adelante.


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Miniaturas de Runewars perfectas para caballeros y hombres de armas.

Añadí dos tropas de panteras, pues me parecen muy versátiles a la hora de jugar, aunque usaré lobos en vez de panteras. Finalmente, y para añadir pegada, añadí también dos unidades de ogros, para los que, además, tenía ya las miniaturas. ¿Recordáis el coleccionable Mortal Realms? Pues tengo una caja llena de miniaturas del primer fascículo (¿dos euros por trece miniaturas? Pónmelos todos). Los sequitors de Warhammer Age of Sigmar me permitirían convertir a esos ogros en caballeros de élite. Con un poco de suerte podría encontrar en mi caja de restos cabezas de bretonia que usar para darles un aspecto más acorde con Basilea.


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-¿Cuántos ejemplares quieres?
-¿Cuántos tienes?


Solo me faltaban los personajes. Con un paladín en dragón y dos regimientos de elohis, contaba ya con bastantes fuentes de inspiración para mi lista. Eso era algo de lo que no debía preocuparme. Me decidí en primer lugar por un sacerdote que acompañaría a los ogros y a los hombres de arma, dándoles inspiring y curación, de forma que por sí solos fuesen un bloque que no necesitase depender de elohis o dragón. Para completar la lista añadí dos hechiceros que me darían algo de potencia de fuego; uno de ellos completamente ofensivo y otro de apoyo. Seguro que encontraba por casa miniaturas adecuadas para mis tres lanzadores de conjuros.

Añadí algunos objetos mágicos para cuadrar los puntos, ¡y ya tenía la lista completa a dos mil puntos! Es probable que sufra algún ajuste cuando empezase a probarla en el tablero de juego, pero en general me gusta bastante. Es rápida, pegona y muy versátil; suma trece drops y una potencia de unidad total de 18. En la media, si no me equivoco.


Paladín en dragón. (Hann´s Sanguinary Scripture; Aegis fragment) → 325 puntos.

Sacerdote (Shroud of the Saint; Curar/6) → 105 puntos.

Hechicero de guerra (Conjurer´s Staff; Bane chant/2, Lightning bolt/4) → 105 puntos.

Hechicero de guerra (The Boomstick; Lightning bolt/7) → 105 puntos.

(Tropa) Hombres de armas lanceros (veteranos) → 85 puntos.

(Tropa) Hombres de armas lanceros (veteranos) → 85 puntos.

(Tropa) Panteras → 85 puntos.

(Tropa) Panteras → 85 puntos.

(Reg.) Caballeros paladines (Sir Jesse´s Boots of Striding; Aegis fragment) → 230 puntos.

(Reg.) Elohi → 160 puntos.

(Reg.) Elohi → 160 puntos.

(Horda) Guardia de Palacio ogra → 235 puntos.

(Horda) Guardia de Palacio ogra → 235 puntos.


Decidí que quería tener alguna imagen que marcase el inicio del proyecto, y opté por utilizar cartón para dar forma a las diferentes unidades y tener así una base desde la que empezar a construir el ejército.

Cada fin de semana, si nada me lo impide, iré mostrando la evolución del proyecto. Mi objetivo para la primera semana es montar al menos dos o tres unidades, quizás algún personaje también, e ir preparando las bases de movimiento. ¡A las armas!


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El principio de un ejército.


Joaquín Sanjuán

jueves, 25 de febrero de 2021

Autores de fantasía: Robert E. Howard, el creador de héroes.

ROBERT E. HOWARD.
El creador de héroes.

Bob "Dos Pistolas".
Robert E. Howard nació en Texas en 1906. No tuvo una vida fácil, y el hecho de que decidiese dedicarse a la escritura no hizo más que dificultarle las cosas. De personalidad introvertida, con una infancia marcada por los abusos por parte de otros niños y poco dado a expresar simpatías, nunca tuvo demasiados amigos. Comenzó estudios universitarios pero nunca los terminó, pues los aparcó para dedicarse a escribir, motivado en parte por su afán creativo y su amor a la literatura y en parte por las necesidades económicas familiares.

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Robert E. Howard, padre de Conan

Durante años fue uno de los escritores de la revista pulp Weird Tales, para la que escribió docenas de relatos de muchas temáticas diferentes (aunque todas ellas englobadas dentro del pulp) y mantuvo una gran amistad con otros escritores de la época, entre los que destaca el mismísimo Lovecraft, quien apodó al texano Bob "Dos Pistolas". Howard escribió mucho y peleó más todavía pese a las malas cartas que la vida le había repartido, pero sus problemas económicos y familiares fueron demasiado para él. El año 1936, después de que su madre muriese por tuberculosis y abrumado por las deudas que acumulaba a causa de los enormes gastos médicos que supuso durante años el tratamiento de la enfermedad, se pegó un tiro. Tan solo contaba con treinta años.
Como tantos otros quiso vivir de sus escritos, pero no consiguió más que malvivir hasta el punto de que, en ocasiones, se veía obligado a saltarse comidas. La feroz y fatal enfermedad que padeció su madre, la persona más próxima a Howard, tan solo contribuyó a agravar dichos problemas financieros. Todo para que finalmente la mujer fuese derrotada por la enfermedad. No, Howard no tuvo una vida fácil ni larga. Su obra y sus personajes, sin embargo, lo han hecho inmortal.

La dedicación de Howard.
Resulta innegable que Robert E. Howard amaba escribir. No solo realizó enormes sacrificios personales para hacer de la escritura su profesión, pese al escaso éxito y reconocimiento que recibió en vida por ello, sino que, durante los poco más de diez años que dedicó a la escritura antes de su trágica muerte, generó una obra enormemente enxtensa y variada.
Howard escribió sobre muchos y muy diversos géneros que iban desde la espada y brujería por la que es más conocido (Conan el Bárbaro) hasta la ficción histórica de terror (Solomon Kane), pasando por western, boxeo, ciencia ficción, detectives, piratas y mucho más. Diez años, decíamos, que le dieron para escribir más de trescientos relatos y el doble de poemas. Es cierto, sin embargo, que su precaria situación económica lo obligaba a escribir mucho para poder aumentar sus escasas ganancias, pero también lo es que, pese a todos los problemas que tuvo, nunca abandonó la escritura para buscar prados más verdes. Desde que con escasos veinte años dejó la universidad para dedicarse a escribir, y hasta su suicidio cuando contaba con treinta años, Howard hizo de la literatura no solo su profesión, sino también su estilo de vida.

Éxito póstumo.
No podemos evitar preguntarnos hasta qué punto habrían mejorado las cosas para Howard si no se hubiese suicidado al verse abrumado por las dificultades y los golpes de la vida. Nunca lo sabremos, pero lo que sí sabemos es que forma parte de ese gran número de autores de distintas áreas creativas que viven y mueren en la miseria pero cuya obra alcanza un gran éxito con el pasar de las décadas.
Hoy en día hablar de Howard es hablar de uno de los autores pulp más apreciados por los lectores. Varios de sus personajes, entre los que destaca notablemente Conan el Bárbaro, han sido adaptados a otros formatos, tales como cómics o películas, y todavía hoy se escribe sobre ellos. Conan en particular se ha convertido en uno de esos personajes conocidos en todo el mundo, pero no es el único que ha alcanzado la fama: Kull, Solomon Kane e incluso Sonja la Roja han seguido sus pasos, aunque su éxito no sea equiparable al del mítico bárbaro.




El pulp.
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El Conan de Momoa, última (y decepcionante,
pese al buen papel que hizo el actor)
adaptación cinematográfica del personaje
más popular de Howard.
Hemos dicho ya que los relatos de Howard eran de estilo pulp, al igual que la revista en que los publicaba. Pero ¿qué es eso del pulp? En origen esta palabra hacía referencia a un tipo de publicación en concreto, por lo general revistas impresas con materiales y técnicas económicas, lo que permitía que fuesen muy baratos para facilitar así su consumo popular. La palabra pulp venía, de hecho, de la pulpa de la madera que se usaba para hacer el tipo de papel en que eran impresas dichas revistas. Por regla general estas publicaciones contenían relatos cortos de argumento sencillo pero cargado de acción, frecuentemente acompañados de ilustraciones. Cabe destacar que el pulp no es un temática literaria como algunos piensan, sino más bien un estilo narrativo que, como ya hemos comentado, se centra en relatos cortos de trama sencilla pero cargada de fuerza.
Si bien tildar de simples los escritos pulp puede llevar a que sean considerados como una obra de escasa calidad, la realidad es muy diferente. Grandes autores como Asimov ("Fundación", "Yo, robot"), Arthur Conan Doyle ("Sherlock Holmes"), Lovecraft ("La llamada de Cthulhu"), Jack London ("Colmillo Blanco"), Mark Twain ("Las aventuras de Tom Sawyer", "Las aventuras de Huckleberry Finn") o H.G. Wells ("La máquina del tiempo", "La guerra de los mundos") fueron escritores de obras de estilo pulp.
En los últimos años han surgido editoriales que tratan de recuperar antiguas publicaciones pulp para reeditarlas y que publican obras contemporáneas de estilo pulp. La saga Weird West de Dlorean Ediciones es un buen ejemplo: comenzó con la reedición de "Cazadores de vampiros" de Lem Ryan, obra pulp publicada originalmente a principio de la década de los ochenta, y después ha tenido continuidad con, hasta la fecha, una docena de novelas cortas recopiladas por Dlorean Ediciones en cuatro entregas junto a la obra original. Entre ellas están "Dinastía Drácula" (Raúl Montesdeoca) y "Salvajes" (de un servidor, Joaquín Sanjuán), incluidas en los volúmenes uno y tres de la colección respectivamente.

La obra de Howard y el mundo del cómic.
Si bien estamos ante un autor principalmente de relatos, con solo unas pocas novelas cortas en su producción, fue el mundo del cómic el que lo llevó a la fama. Durante las décadas de los sesenta y los setenta Conan el Bárbaro saltó al cómic de la mano de Roy Thomas y Marvel. Tanto fue su éxito que a finales de los setenta se puso en marcha la película que protagonizó Swarzeneger y que permitió que el bárbaro obtuviese fama mundial, fama que no ha parado de crecer. Otros personajes de Howard siguieron los pasos de Conan en el cómic y el cine, aunque no con tan abrumador éxito.
Con el transcurrir de los años fueron muchos los autores que trabajaron en los cómics de Conan el Bárbaro. Entre ellos destaca el ya mencionado guionista Roy Thomas, pero también los dibujantes John Buscema o Gil Kane. Dichos cómics fueron publicados por Marvel hasta finales de los noventa. Debe quedar patente la importancia que jugó el cómic en el tardío éxito de la obra de Howard, hasta el punto de que a ellos debemos la imagen que el imaginario colectivo conoce de Conan, así como la versión más famosa de Red Sonja, personaje que fue alterado para los cómics e incluido en las historias del cimmerio, donde nunca la situó Howard. El personaje original fue en realidad protagonista de un relato de corte histórico situado en el siglo XVII.

El que caminaba solo.
En 1996 se rodó The Whole Wide World, película centrada en la figura del Howard y que fue titulada en España "El que caminaba solo". Vincent D´Onofrio interpretó al autor, mientras que Renée Zellweger se puso en la piel de la coprotagonista, una estudiante que entabla una relación con el escritor, por quien siente fascinación y admiración. Si bien no fue una gran película, que se rodase es un dato revelador sobre el nivel de fama que había alcanzado el autor tan solo sesenta años después de su suicidio.


La influencia de Howard en la fantasía moderna.
Mucho se habla de J. R. R. Tolkien como padre de la fantasía moderna y poco de Howard, pese a que la aportación del último no tiene nada que envidiar a la del primero. Si bien se trata de autores muy diferentes con obras completamente distintas, tanto el uno como el otro fueron indispensables para el desarrollo de lo que hoy denominamos fantasía épica. Aunque técnicamente la obra del texano quedaría mejor categorizada como espada y brujería que como fantasía épica, lo cierto es que se trata de dos ramas del mismo género.

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Conan, por Jason Aaron. Fantástica y recomendada etapa de Conan en Marvel Cómics.
Una de las notables diferencias de Howard respecto a Tolkien y a la mayor parte de autores del género de las últimas décadas es que da menos importancia al mundo en el que transcurren las historias (que por lo general es un mundo ficticio que abarca lugares o civilizaciones con cierta base real, como los pictos o los celtas) y se limita a contar historias, cortas en su mayoría, sin preocuparse demasiado por dotarlas de continuidad o incluso de orden cronológico. Todo lo contrario de lo que hizo Tolkien, quien cuidaba y pulía esos detalles hasta el punto de que el conjunto de su obra se asemeja a una obra de ingeniería perfeccionada hasta el mínimo detalle.
No se trata sin embargo de debatir sobre las diferencias estructurales entre la producción de uno y del otro, sino de comprender las diferentes formas de trabajo y vías de publicación que cada uno utilizaba. Mientras Tolkien era un profesor de universidad que no necesitaba la escritura para vivir y que dedicó años a la creación y el perfeccionamiento del mundo en el que transcurren sus historias, Howard debía escribir diversos relatos cada mes para poder obtener unos ingresos  que le resultaban insuficientes, lo que le suponía una fuerte presión. Mientras Tolkien pudo permitirse el tiempo necesario para escribir novelas, Howard tenía que publicar relatos en una revista para poder comer.
Sea como fuese, lo innegable es que la obra de Robert E. Howard tuvo mucho que ver con el nacimiento del subgénero de espada y brujería. Solo hay que echar un vistazo a sus trabajos, plagados de aguerridos héroes y malvados hechiceros, así como de monstruos imposibles. No diremos que es el padre de la espada y brujería, pues esta bebe mucho de la fantasía clásica (como la obra de Homero o las aventuras de caballería de la Edad Media), así como de la novela de capa y espada (de la que Dumas fue uno de los máximos referentes). Pero los datos de la gran influencia de Howard hablan por sí solos. No por nada en los diez años que siguieron a 1982 (fecha de estreno de la película "Conan el Bárbaro" protagonizada por Schwarzenegger) se estrenaron una veintena de películas de espada y brujería, muchas de ellas protagonizadas por personajes que no eran otra cosa que clones de Conan.

El creador de héroes.
El rey Kull, Conan el Bárbaro, el cazador de lo imposible Solomon Kane, el picto Bran Mak Morn, el detective Steve Harrison, la espadachina Sonya, el marinero Steve Costigan, Kirby O´Donnell, El Borak y muchos más. La lista de los héroes creados por Robert E. Howard en sus breves diez años de producción literaria, así como la cantidad de trabajos que realizó, puede rivalizar e incluso superar sin dificultad a la producción completa de la mayor parte de escritores de larga trayectoria.
Te animamos, arrojado lector, a que ahondes en la obra de Howard. No importa si eres lector de Conan, de Solomon Kane, de todos ellos o si nunca te has sumergido en la obra de Bob "Dos Pistolas", pues siempre hay algo por descubrir en semejante producción y siempre podrás encontrar relatos y personajes que se adapten a tus preferencias literarias. 
Por lo pronto, y tan solo como sugerencia, te dejo un link a Amazon en el que podrás encontrar Cazadores de lo Imposible, una pequeña antología de relatos que escribí como homenaje a Howard y a uno de sus personajes que más me gustan: el oscuro Solomon Kane. Aquellos lectores que ya conozcan a este personaje podrán encontrar en esos relatos diversos guiños a las aventuras que sobre él escribió Howard, mientras que quienes no lo hayan leído nunca tendrán la ocasión de conocer a uno de los mejores personajes creados por el maestro Robert E. Howard. Además, también os dejo un pequeño extra. ¡Que lo disfrutéis!

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Portada con ilustración de Miguel Calero.





En el enlace, además de que encontraréis la novela en formato digital por solamente 2,99 €, también podréis leer gratis un fragmento del libro. ¡Aprovechad!




ENLACE A ENTREVISTA AL EQUIPO DE CAZADORES DE LO IMPOSIBLE, realizada por JOSERRA, youtuber de LAS COSICAS DE JOSERRA, durante la VIII Feria del Cómic de El Provencio. 



Joaquín Sanjuán


martes, 23 de febrero de 2021

Reseña de literatura: Mitos nórdicos, de Neil Gaiman

MITOS NÓRDICOS, de Neil Gaiman.



thor, odín, loki, mitos nórdicos, fantasía, espada y brujería, neil gaiman, mitología nórdicaConfieso que la cultura nórdica, esa que conocemos como vikinga, es una de mis debilidades en cuanto a culturas históricas se refiere. Me apasiona todo lo relacionado con estos antiguos pueblos nórdicos, quienes estuvieron a punto de convertirse en los primeros grandes exploradores de nuestro mundo, hazaña que les fue arrebatada por España y Portugal debido, entre otros factores, a cuestiones climáticas. Su mitología, todo un panteón de dioses heroicos instalado en Asgard, ha sido siempre mi preferida de entre todas en las que he profundizado en mayor o menor medida, con mención especial a figuras tales como Odín, Loki o Thor. Tanto me fascina que, a la hora de fundar mi editorial de servicios editoriales para escritores, escogí Grimnir Ediciones como nombre (es, precisamente, uno de los nombres de Odín). 
Puede que parte de la culpa de todo la tengan Stan Lee y Jack Kirby, creadores del Thor de Marvel, cuyos cómics he leído desde que tengo uso de razón. Aunque autores como Walter Simonson, Straczynski, Hickman o Jason Aaron (quien, por cierto, por su aspecto bien podría ser uno de los antiguos vikingos) también influyeron. Y, como una cosa lleva a la otra, mi atracción por las historias de Marvel del Dios del Trueno me llevaron a interesarme por su mitología, su cultura y, por supuesto, su historia. Era inevitable que, antes o después, este libro cayese en mis manos.

Pero no solo fue el título (y la temática que este anunciaba) lo que me sedujo, sino también el nombre del autor: Neil Gaiman. Estoy seguro de que buena parte de los lectores del blog conocerán a este formidable autor, pero habrá otros que no. Para que estos últimos lo descubran y, por qué no, para que los que ya lo conocen lo redescubran, vamos a hacer un breve repaso a la figura de Gaiman.  
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Neil Gaiman.
Neil Gaiman es un escritor inglés nacido en 1960. Durante los cuarenta años que lleva escribiendo ha trabajado tanto en novelas como en guiones de cómics o de series de televisión, lo que supone una muy extensa producción. Por ser breves mencionaré solo algunos de sus trabajos más destacados: creó y escribió los premiados cómics de The Sandman, firmó algún que otro número de Hellblazer, cómic protagonizado por John Constantine, y también es responsable de escribir un par de episodios de Dr. Who (y, de hecho, es uno de los cuatro guionistas de la serie que han conseguido un Premio Hugo por su trabajo en Dr. Who), así como novelas tan dispares como StardustAmerican Goods Buenos Presagios (este último co-escrito junto al mismísimo Terry Pratchett). Todos ellos han sido adaptados a la pequeña o a la gran pantalla. ¿Queréis más? Ahí van un par de curiosidades: tuvo un cameo haciendo de sí mismo en un episodio de The Big Bang Theory (¡buscadlo!); algunos de los autores que más le han influido son J.R.R. Tolkien (El Señor de Los Anillos), C. S. Lewis (Las Crónicas de Narnia), Lewis Caroll (Alicia en el País de las Maravillas) y el inmortal Edgar Allan Poe; colaboró con Alan Moore (con quien mantenía una gran amistad) en Watchmen; ha escrito cómics de Batman; uno de sus cómics de The Sandman fue el primer cómic en ganar el premio de fantasía mundial World Fantasy Award y posee una larga lista de premios y reconocimientos, entre los que destacan nada menos que quince Premios Will Eisner, uno de los más altos galardones en el mundo del cómic. Impresiona, ¿verdad? No es de extrañar que se haya convertido en uno de mis autores preferidos.

Si después de todo esto no estás deseando leer la crítica sobre Mitos nórdicos, ¡que Odín te fulmine con su temible lanza Gungnir!

¡Vamos al pastel!

Mitos nórdicos es un libro de Neil Gaiman publicado el 2017Tal fue su éxito que, un año después de su edición a finales del 2017, contaba ya con media docena de re-impresiones, lo que nos permite hacernos una idea de la gran cantidad de ejemplares vendidos que debió tener durante ese primer año. No es de extrañar, viendo la temática y el nombre del autor.
El libro, de cuidada edición de poco más de doscientas cincuenta páginas, incluye una breve introducción de Neil Gaiman, un listado de los personajes más relevantes con algunos datos sobre ellos, una veintena de mitos nórdicos recopilados y escritos por el autor y, finalmente, un breve glosario.
Hay que advertir que Mitos nórdicos no es una novela de Neil Gaiman, sino un compendio de relatos (como decía hace un par de líneas) que tienen más de labor de investigación y de reconstrucción que de autoría por parte de Gaiman. Con esto quiero decir que se trata de leyendas reales relacionadas con la mitología nórdica que el autor ha recopilado e investigado para, posteriormente, darles forma de relatos. Si habéis visto la serie Vikingos, durante las primeras temporadas los personajes hacen referencia a varios de los mitos que ofrece este libro, en ocasiones contando versiones muy reducidas de ellos. Esto, lejos de restar valor a la obra de Neil Gaiman, la convierte en un documento de interés no solo literario sino también histórico.
La organización que Neil Gaiman ofrece en Mitos nórdicos a la hora de estructurar los relatos no es casual ni, desde luego, aleatoria: el primer texto nos narra el origen del mundo según la mitología nórdica y el último nos habla del Ragnarok, el fin del mundo según las creencias de los vikingos. Entre uno y otro se vislumbra una evolución cronológica en la que advertimos el crecimiento de los personajes y del mundo que los abarca, de manera que, al final, el lector se queda con la sensación de haber leído una única histora y no un compendio de relatos. Resulta notable, además, que Gaiman se esfuerce por ofrecer un estilo simple y directo que encaja muy bien con el que se puede encontrar en leyendas antiguas de este tipo, en lugar de buscar una forma más literaria y compleja.

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El poderoso Thor recomienda este libro. 


En definitiva, Mitos nórdicos es un libro altamente recomendado a todo aquel que sea aficionado a la mitología, en especial a la nórdica, o que, simplemente, busque un libro de historias breves y sencillas. Personalmente lo veo muy apropiado también para leer a los más pequeños antes de dormir, dada su sencillez y la diversión y épica que ofrece cada uno de los relatos.

Más reseñas de libros próximamente. Que nunca os falte un hacha afilada en la diestra y una jarra de cerveza fría en la siniestra.


Joaquín Sanjuán.