martes, 2 de febrero de 2021

Reseña de cine: El Hobbit (la trilogía)


Reseña de cine: El Hobbit (la trilogía).

Es innegable que la trilogía de El Señor de los Anillos marcó un antes y un después en el cine de fantasía épica, hasta el punto de lograr que una de las entregas de la misma, la tercera en particular, se convirtiese en una de las películas más oscarizadas de la historia con once estatuillas, empatando así con Titanic y Ben-Hur. Toda una proeza. No era de extrañar, por tanto, que Peter Jackson se afanase en lanzar una nueva trilogía con el libro El Hobbit, precuela de El Señor de los Anillos.
El Hobbit no está al mismo nivel que El Señor de los Anillos, eso es innegable. Pero no resulta extraño, no si tenemos en cuenta que la trilogía original era la adaptación de una trilogía de libros mientras que la otra lo era de un único libro que, además, en extensión resulta por sí mismo menor que cualquiera de los de El Señor de los Anillos. Pero Peter Jackson no estaba dispuesto a renunciar a lo que estaba claro que era un buen negocio, aunque ello supusiese estirar la historia y añadir rellenos e incluso viejos personajes, como era el caso de Legolas.

Tolkien, fantasía, magia, dragones, hobbit, el señor de los anillos

Pese a lo dicho, la trilogía de El Hobbit tiene tanto cosas buenas como cosas malas, naturalmente. Las tres películas son todo un espectáculo visual, a fuerza de mostrar paisajes imposibles, dragones y muchos otros elementos propios de la fantasía más clásica. También supone para el espectador el regreso al mundo creado por Tolkien hace ya tanto, tantísimo tiempo. En el primer filme inician las aventuras de Bilbo como compañero del nutrido y divertido grupo de enanos y del mismísimo Gandalf, aventura que los llevaría a vérselas con arañas gigantes, elfos, humanos, trasgos… y con Smaug, el dragón antagonista de la historia (o, al menos, lo era en el libro). Si bien es cierto que el ritmo de la historia resulta algo lento, no lo es menos que tanto la trama original como los añadidos dan como resultado una historia divertida, entretenida y repleta de aventuras.
Bien, es cierto que abunda el relleno y que en ocasiones la historia se hace lenta, pero eso no significa que la trilogía sea un plano espectacular tras otro y que el espectador, aficionado o no a la fantasía, pueda sentirse de nuevo como un niño ante las trastadas y los muchos toques de humor que caracterizan a los divertidos enanos. Por no hablar de un Bilbo Bolsón magistralmente interpretado por Martin Freeman, que demuestra a los espectadores, acostumbrados como están a los cuatro de El Señor de los Anillos, que no todos los hobbits son tontos como piedras. Por otra parte, hay que observar que el relleno del que hace gala la película demuestra un magnífico conocimiento del mundo de El Señor de los Anillos por parte de los guionistas, así como un profundo respeto por la obra de tan insigne escritor. Incluso podemos entrever El Silmarillion en algunos añadidos. Por otra parte, la batalla de la película final entre enanos, humanos, elfos y trasgos rezuma épica en cada escena. Personalmente no pido más a una película de este género.
En cualquier caso lo que es cierto es que El Hobbit nos ofrece la oportunidad de regresar a uno de los mundos de fantasía más famosos de la literatura, así como de vivir nuevas aventuras entre canciones, carcajadas y barriles de cerveza. ¡Que vivan los enanos!

P.D. Os habéis dado cuenta ya de dónde sale el título del blog, ¿verdad?

Joaquín Sanjuán

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